Crónica desde Foncebadón/septiembre'06


Muy cerca de la cima del monte Irago, donde se alza majestuosa la mítica Cruz de Ferro en el punto más alto de el Camino de Santiago (1500 m) se encuentra Foncebadón, un pueblo cuasi fantasma pleno de ruinas y la tenacidad de la que hasta hace media docena de años era su única vecina, María Fernández, que vive en la actualidad con su hijo. Fue esta mujer, la señora María, como popularmente se le conoce en la comarca, quien se plantó, cuando el Obispado de

Astorga quiso desmontar

las campanas de la destartalada iglesia parroquial en 1991 para llevarlas a la capital de laDiócesis, subiéndose al tejado del templo y enfrentándose a los empleados y a los guardias civiles que venían acompañándolos, impidiendo que nadie llevara las campanas, quizá ya el único signo de vida de Foncebadón, junto a la señora María.
Allá por los finales del siglo X y principios del XI, el ermitaño Gaucelmo fundó aquí una iglesia, San Juan de Irago, una alberguería y un hospital de peregrinos. Pero aunque parezca mentira, al ver el estado actual del villorrio, ya en el siglo X en Foncebadón tuvo lugar un concilio, Ramiro II le dio carta de naturaleza y sus habitantes le reconocieron como Señor, en 1160 Sancho V trasladó sus privilegios al Arzobispado de Astorga, y hoy el antiguo hospital, tras su reconstrución en 1999 y 2000 por unos jóvenes alemanes,pasó a ser el actual albergue parroqial de peregrinos "Domus Dei", dependiendo de la básilica Nuestra Señora de la Encina en Ponferrada. Un pueblo con historia y en la historia que cual Ave Fénix comienza a renacer de sus ruinas, un hostal, el convento de Foncebadón y la famosa Taberna de Gaia con la primera "palloza" que el peregrino se encuentra en su camino

La Cruz de Ferro donde el peregrino pide un deseo tras arrojar la piedra que cogió en el pueblo, sobre un túmulo de unos diez metros resultado de miles de piedras de peregrinos que por allí pasaron, marca la frontera o el encuentro entre la Maragatería y el Bierzo, desde allí contemplamos el Teleno sobre el pérfil de los Montes de Toledo a un lado Astorga y abajo en el valle, Ponferrada, intuyendo la llegada a O'Cebreiro, en Los Ancares, puerta natural de Galicia.En mi parco aposento, pienso si aquí pernoctó también Gaucelmo, junto a la hoy llamada parroquia de Santa María Magdalena, con acceso directo desde el Albergue que guarda vivo su pasado ancestral con vigas de madera talladas hace mil años. Lo realmente fabuloso es la noche, sin contaminación luminosa las estrellas resplandecen y como una proyección protectora la Vía Láctea que nos marca el camino hacia Compostela. Ningún otro lugar tiene una constelación a su servicio; Compostela significa eso "Campus Stelae": Campo de estrellas. Aqui estoy, esta vez acompañado por Dakar* mi fiel amigo y compañero, un perro cocker spaniel ya anciano y casi ciego, pero al contrario que en Barcelona, libre sin correas y ataduras convertido en mi sombra.
Foncebadón es citado en el Códice Calixtino como final de étapa, también hace mención de él Paulo Coehlo en "el Peregrino" y su estado te recuerda las magicas aventuras del autor brasileño.
Foncebadón está aquí como estaba hace siglos, los caminantes cumplen con la tradición de cargar con una piedra que lanzarán, pidiendo un deseo, en el túmuloque hace de base a la cruz, sabiéndo que tras la Cruz de Ferro les espera muy cerca, en Manjarín, uno de los personajes más curiosos que encontrarán en su andadura, nuestro amigo Tomás, autodenominado "último
templario".Foncebadón no ha cambiado mucho, ¿o si?, casi sin cobertura de móviles os escribo en Internet vía satélite.
Otra vez en el Camino, pero aunque Machado escribió: "Se hace camino al andar..." yo ya andé y hago camino, como "hospitalero voluntario" soy parte de Él. (*)









"Dakar" nos dejó el 16 de noviembre de 2008 a los 12 años y medio.